lunes, 25 de abril de 2022

La causa

Hace unos días, circuló un video de algunos famosos que denunciaban que el Tren Maya (una obra simbólica del gobierno de Andrés Manuel López Obrador) estaba causando daños ambientales en la península de Yucatán.


El video provocó revuelo en la conversación pública, con opiniones a favor y en contra. Fue tal el impacto, que aunque el presidente de la república había tildado de seudoambientalistas a dichos famosos, terminó por invitarlos a una reunión privada en palacio nacional para discutir el tema.

La reunión estaba programada para el lunes 25 de abril. Pero a raíz de que varios de estos famosos declinaron la invitación públicamente (aunque el colectivo ya la había aceptado), la presidencia canceló la cita.

La causa en la cultura popular

Primer LP de los locos del ritmo.

Eso que llamamos causa lleva revoloteando en la cultura popular durante generaciones. Frases como "eres una causa perdida", "es por una buena causa" o "coopera para la causa" nos han acompañado durante generaciones. En 1959, en el primer disco del rock en Español (grabado, no publicado), los locos del ritmo incluyeron el clásico Yo no soy un rebelde. La primera estrofa de la letra de la canción enuncia:

Yo no soy un rebelde sin causa,

ni tampoco un desenfrenado

yo lo único que quiero es bailar rock & roll

y que me dejen vacilar sin ton ni son

En aquella época, el rock & roll estaba de moda entre los jóvenes. La actitud y el desparpajo con que los rockanroleros se manifestaban, hizo reaccionar a la sociedad más conservadora del momento. Se usaba la famosa frase "rebelde sin causa" para acusar a la juventud de carecer de un propósito en la vida.

Y aunque, "la momiza" creía que era el apocalipsis, la letra de Jesús González era toda una declaración de principios: no somos rebeldes, sólo somos jóvenes y queremos divertirnos. No era una lucha, no había una causa social, ni religiosa, ni política. No buscaban derrocar al sistema, no había una causa, los rockanroleros no eran activistas, ni pretendían serlo.


La causa en el activismo

Cuando Julian Assange y otros activistas fundaron Wikileaks en 2006, la premisa era que cualquiera en el mundo pudiera filtrar información de interés público en el sitio sin ser descubierto. La causa era la verdad. Fue así que en 2010 se produjeron las filtraciones de Afganistán, de Irak y las diplomacias de Estados Unidos. Lo que desató la persecución del gobierno de ese país en contra del activista australiano.


Wikileaks abrió el debate: ¿por qué la información de los organismos públicos no puede ser conocida por sus ciudadanos? El mundo se enfrentaba así a la exposición de la simulación de transparencia en la que habitamos. Funcionarios fueron exhibidos cometiendo crímenes, delitos, utilizando la información pública como herramienta para enriquecerse, etc.

Assange fue detenido en Diciembre de 2010 por un presunto delito de violación. Actualmente se encuentra prisionero en Reino Unido. Desde entonces ha combatido la persecución estadounidense, que ha buscado extraditarlo para juzgarlo por publicar las filtraciones que llegaron a Wikileaks.


El auto averiado en la carretera

El caso Assange nos ilustra que sin causa no hay activismo. El activismo es llevar a cabo acciones concretas que conduzcan a la causa a un estado mejor que el actual. Pero a veces las causas se quedan sin activistas o peor aún, a veces el apoyo a las causas se infla artificialmente.

Acercarnos a las causas fingiendo apoyarlas podría ocasionar un efecto contraproducente. Pongo el ejemplo del auto averiado en la carretera. Si te detienes sólo para quedar bien y no vas a proporcionar un apoyo real, podrías estarle quitando el espacio para aparcarse a alguien que sí puede hacer algo efectivo por las personas en medio del camino.

Con la llegada de las redes sociales, los internautas caemos en la vanidosa tentación de declarar apoyo a ciertas causas, muchas de ellas nobles y justas. Pero cuando la oportunidad de hacer algo real por la causa se nos presenta la abandonamos con frivolidad a pesar de haber declarado nuestro compromiso.

Si vamos a defender una causa, debemos colocarla por encima del ego, los intereses personales, creencias políticas; informarnos al respecto, buscar diálogos con quien sea necesario para llegar a acuerdos que ayuden a la causa. Los famosos del video aparentaron que les importaba la selva. Sin embargo, a la hora de dialogar con el principal impulsor del proyecto que ellos señalan de destruir la selva, pusieron condiciones caprichosas y hasta ridículas. La mayoría de ellos se encuentran claramente desinformados al respecto, otros tomaron actitudes de confrontación y hasta de sorna.

Aplicaron lo que todos alguna vez: fingir que nos interesa una causa. O sea, mentir para quedar bien. Esta epidemia de simulación debe terminar. El país necesita más allá de likes, retweets y videos declarativos, necesita más activismo, más compromiso y más acuerdos para sacar adelante las causas urgentes. Ya estuvo bueno de sólo vacilar y vacilar sin ton ni son.





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