Durante el café mañanero un video llamó mi atención. Se trata del abogado Álvaro Bernard explicando el por qué no deberíamos pedir perdón cuando nos lo exigen en redes sociales. Y pues, me hizo escribir.
¿De qué va el video?
El video inicia con una serie de casos en los que famosos se disculpan por comentarios o actos que parecen inofensivos, pero que no lo son para todos. Usuarios de las redes sociales (los "ofendiditos de oficio") presionan a estas personalidades para que se disculpen. Las personalidades se disculpan y el asunto termina allí, pero no para Bernard.
Para el abogado, los que piden disculpas lo hacen para no ser aislados de la sociedad y, los que las exigen, para chantajearnos y obligarnos a pensar como ellos. Luego afirma que ceder ante las exigencias de disculpas nos debilita. Y por último lanza un mensaje político, que estamos en una batalla cultural que debemos pelear contra la corrección política.
Considero que la argumentación del abogado es débil, pero lo que realmente me hace escribir es que emite un mensaje que va en sentido contrario a la civilización. A continuación enumero los 5 detalles que olvidó considerar para argumentar sólidamente.
1. La sutil diferencia entre pedir perdón y pedir disculpas
En el video ni una sola de las personalidades que presentó pide perdón, todos piden disculpas. Trudeau no pidió perdón, pidió disculpas, dijo "Es algo que no debí hacer, pero lo hice y realmente lo siento". Leticia Dolera tampoco pide perdón, pidió disculpas, dijo: "No pensé en que a su vez invisibilizaba a las mujeres que tenían pene". Terry Crews tampoco pide perdón, pidió disculpas, dijo "I apologise to anyone ...". En el caso de Kaley Cuoco, también se disculpó (de pedir perdón, nada).
Pedir perdón no es lo mismo que pedir disculpas, hay una delgada diferencia. En la evolución de la comunicación humana hemos desarrollado palabras para hacer notar estos matices. En el perdón reconocemos un acto consciente, irresponsable o malintencionado. Mientras que en las disculpas, reconocemos el acto, probablemente la responsabilidad, pero nunca la intencionalidad. Agrego una tabla para ilustrar lo anterior.
Los matices entre el perdón y las disculpas. |
2. Existen distintas sensibilidades
Así como hay diferentes personalidades, capacidades, características, etc, las personas tenemos diferentes sensibilidades. Además hay momentos en la vida en las que estamos más sensibilizados respecto a ciertos temas. Por ejemplo, cuando alguien pasó por un divorcio recientemente, entendemos que no debemos comentar mucho al respecto. Y tachamos de imprudente a quien comenta el asunto. Es un acuerdo invisible que nos ayuda a elaborar nuestra inteligencia social. Algo en lo que este video es bastante descuidado.
3. Las disculpas no nos debilitan
"Cuanto más te agaches, más se te ve el culo. Y como te tomen la medida, te verás obligado a pedir perdón... Demuestra ser alguien con personalidad, con principios, con carácter" comenta Bernard. Me recordó a don Cruz Treviño Martínez de la Garza, el testarudo personaje de "la oveja negra" de Ismael Rodríguez, interpretado magistralmente por Fernando Soler. Una personalidad inflamada con este tipo de ideas que no le permitían hacerse responsable de sus actos, con la careta de hombre duro, arrastrando la infamia durante toda la historia ("Perdóneme apá", "Te perdono hijo", ¿se acuerdan?)
Fernando Soler interpretando a don Cruz en la oveja negra de Ismael Rodríguez. |
Las disculpas tal vez no sirvan para reparar un daño, pero sirven para hacerle saber a quienes ofendimos la falta de intención de hacerles daño y lo importante que es para nosotros no andar por la vida haciendo mal al prójimo. Al descubrir tales entresijos nos sofisticamos socialmente y eso nos hace mejores seres humanos. Al ser mejores ¿cómo podemos ser más débiles?
4. Las disculpas no debilitan, ni fortalecen un argumento
En 2014, debatíamos con unos amigos sobre política. La charla había ido subiendo de tono, hasta que interrumpí a un amigo durante una de sus argumentaciones y realicé un comentario descalificativo que no recuerdo ahora mismo. Noté en su semblante que mi intervención lo hizo sentir mal, por lo que le dije algo como "discúlpame por el comentario". Él aceptó las disculpas y logramos encaminar la charla de nuevo sin volver a subir el tono.
Las disculpas que emití no debilitaron mis argumentos, más bien fue un error añadir los descalificativos al debate. La disculpa fue útil para limar la aspereza que generé con mi compa, además me permitió superar el episodio y centrarme en la calidad de los argumentos, más que en los insultos.
5. La ideología hasta en los modales
No debemos permitir a la ideología permear en todos los ámbitos de nuestra existencia. "No pedimos disculpas porque es de progres", "no te respeto por ser un facha". Romper las reglas de civilidad es lo que atenta contra la libertad de expresión, no la correción política.
Más que una batalla cultural entre progres y fachos, estamos en un proceso civilizatorio histórico. Antes nos matábamos por las ideas, ahora las ponemos a discusión, estamos expuestos como nunca a la crítica, al debate, al intercambio. Esta inédita libertad de expresión, debemos acompañarla de respeto por los demás o nos embruteceremos en las absurdas trincheras que estamos escarvando.
desde el castillo
Como dijo José Antonio Aguilar de RacismoMX "no se trata de lo políticamente correcto, sino de lo humanamente correcto". No se trata de una batalla ideológica, se trata de desarrollar nuestra inteligencia social; no se trata de combatir hordas de ofendiditos, se trata de entender las diferentes sensibilidades de las otras personas; se trata de entender los matices de las palabras, no de caminar en la dirección opuesta de la civilización con afirmaciones como "cuanto más te agaches, más se te ve el culo".